Descripción
Una habitación desolada se convierte en el escenario de una escena intrigante y llena de simbolismo. En el centro de la composición, una silla se hunde lentamente, llevando sobre ella un postre colocado en el asiento. Encima de la silla, un ave carroñera espera con paciencia, lista para devorar el postre, transformando la escena cotidiana en algo profundamente simbólico.
Una ventana abierta permite que una brisa entre en la habitación, moviendo las hojas de un calendario colgado en la pared. Este detalle sutil añade una sensación de tiempo y transitoriedad a la escena, sugiriendo el paso de los días y la inevitable decadencia.
Encima de toda la composición, se visualiza un retrete, del cual desciende una enredadera que se extiende hacia el ave carroñera. Esta conexión inesperada y surrealista entre el retrete y el ave añade un toque de absurdo y reflexiona sobre la naturaleza cíclica de la vida y la muerte, así como la corrupción y la decadencia.