Descripción
En esta obra única y evocadora, el espectador es invitado a
contemplar una fusión de lo humano y lo natural, simbolizando el acto de
cortejo y la belleza de la conexión entre seres. La pieza presenta una cabeza
humana en forma de girasol, un símbolo de vitalidad y atracción, con una abeja
polinizándola. La abeja, que se destaca como la ganadora entre un grupo de
abejas, representa el éxito y la culminación de un proceso.
El girasol humano está meticulosamente detallado, con pétalos que emanan
desde el rostro, simbolizando la apertura y la receptividad. La abeja
polinizadora, cuidadosamente posada sobre la flor, es una representación de la
unión y la interacción fructífera entre dos entidades. El grupo de abejas en el
fondo, menos definido pero presente, sugiere la competencia y el esfuerzo
implicado.